English
< Regresar

Leonardo Sarría

-1970-

Leonardo Sarría nació en La Habana, Cuba, en 1977. Poeta, investigador y profesor titular de la facultad de artes y letras de la Universidad de La Habana. Doctor en ciencias literarias (2011) por la Universidad de La Habana y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, donde ocupa el sillón K. Tiene publicados, entre otros, los libros Raros y valiosos de la literatura cubana decimonónica (2019); Epistolario de Julián del Casal (transcripción, compilación y notas, 2018), La palabra y la llama. Poesía cubana de tema religioso en la Colonia (2012), Golpes de agua. Antología de poesía cubana de tema religioso (2008) y Del donoso y grande escrutinio del cervantismo en Cuba (Selección de textos críticos, 2005). Como poeta es autor de los poemarios Otro cuaderno de poesía blanca, 2022; Esenio (2004) y Las horas convocadas (2003). Entre los reconocimientos que ha merecido figuran el Premio de la Crítica Literaria (2012, 2018 y 2019), el Premio de la Academia de Ciencias de Cuba (2020) en la categoría de Ciencias Sociales y Humanísticas y el Premio de Investigación de la Universidad de La Habana (2008, 2009 y 2013).

Esta es una muestra de sus poemas:

I

Como a través de un túnel cruzan.
Van juntos, como juntos se tienden
en cualquier sitio, mientras sus niños
lactan o juegan, cerca de las canastas,
de los collares que tapizan el suelo.
Un colibrí, un jaguar, un arcoíris
cuenta a cuenta, callados, como efigies.
No anuncian nada, en la ciudad
donde las cosas vociferan.
A lo sumo los ojos expectantes, un murmullo.
Están allí y después desaparecen.
Hacia otra parte, como a través de un túnel.

                           De Álbum de Medellín

II

Cuántos pies habré visto, enflaquecidos,
callosos, mugrientos... Por debajo 
del nylon, de la manta, solo los pies. 
Los pies sin traspasar,
aunque más religiosamente 
desolados. Un rostro, 
una faz infantil e ingenua debían, 
debieron de tener, quién sabe…
Un rostro que no se ajusta
ni coordina con los pies, ya criaturas libres, 
ignorantes de sí y de todo.
En la calle hace frío, pero no alcanza
la cobija a cubrir los pies.

III

Por Junín se regresa
al tiempo del papá –traje de sastre, finos
los zapatos de cuero– cuando aún
no era el papá, en una mesa del Astor,
mientras se oyen los ruidos de los cubiertos
y una canción amarga. La gente
se asoma, como ahora, a las vidrieras.
Los quioscos venden billetes y almanaques,
pomadas, estampitas. La mamá estudia
todavía en un colegio de gruesos muros.
A las seis se reza el rosario en la catedral.
Miro las fotos de Junín y pienso
que no ha cambiado tanto, de no ser
por el aire más turbio
y por las muertes.

Del sacrificio

Los ojos del carnero presienten la cercanía del cuchillo espiando al pie de la freidera; el cuchillo que destella opaco el ojo no menos inquieto del dios. El cuchillo y el dios, delatados por el desvío de la columna de hormigas, pinchan primero al canto, cuyo chorro de monocordes sílabas hace ya retorcerse al cuello ileso. En el límite, el límite. Susurrado su cometido, la sombra del animal se le despega y cruza hacia el portón mientras la punta busca la arteria fresca. 

Antes que el vendedor decidiera mostrarlo, 
había sido elegido; 
Antes que el oficiante lo reclamara, 
aguardaba la piedra. 
Borboteante y caliente la piedra cuando aún 
crecía el nódulo en secreto.

        De Otro cuaderno de poesía blanca